A la mañana siguiente cogimos nuestro vuelo a Iquitos, capital del Amazonas peruano, con una duración de 1:30 horas. A la llegada nos estaban esperando los empleados del hotel para llevarnos al Libertad Jungle Lodge.
Para disfrutar de una auténtica experiencia amazónica, decidimos coger un hotel alejado de la civilización, el cual recomendamos mucho. El trayecto hasta el hotel nos supuso unas 3:30 horas (2/2:30 horas de coche más otra de barco).
Al cabo de algo más de tres horas llegamos al hotel, y nos quedamos alucinados. Nos encontrábamos en medio de la nada, rodeados km y km de naturaleza, y donde las únicas personas que vivían era el pequeño pueblo que se encarga de regentar el hotel.
Libertad Jungle Lodge es tan auténtico, que solo dispone de electricidad de 6 p.m. a 9 p.m. Por otro lado, no dispone de agua caliente, por lo que si no estás preparado para estas cosas… quizá este hotel no sea tu lugar.
Como ya era mediodía, decidimos comer en el hotel e hicimos una excursión de un par de horas para ver delfines rosas, unos animales muy peculiares y de los que desconocíamos su existencia. Además, vimos todo tipo de pájaros y algunos monos.
Esa misma noche, y tras cenar en el hotel, hicimos una excursión nocturna a ver caimanes. Durante el camino pudimos disfrutar de una noche despejada y de un espectáculo mágico. De repente nos vimos envueltos entre millones de estrellas, algo que nunca antes habíamos visto.